"HISTORIAS EJEMPLARES", tiene la finalidad de contribuir a sentar las bases de una cultura por la creatividad literaria; a través, de la lectura del cuento y la poesía, lo que permita además; sensibilizar a niños y adolescentes para que se constituyan en el nuevo rostro de la educación y la identidad regional.
Inspirado en muchos momentos de su vida es que aparece la selección de Cuentos y Poemas del Lic. Juan Alberto Chunga Espinoza, escritor del seudónimo "Filosophon" quien pretende contribuir en el trabajo de devolver el sitial que le corresponde al texto escrito, el cual jamás será reemplazado y que nuestro sistema educativo; hoy en día, pretende recobrar ofreciéndonos además, un racimo de buenos y variados textos narrativos cuyos relatos seguramente harán revivir algunos momentos de la vida a más de un lector . La fluidez y lenguaje simple, harán que el lector perciba la idea central del autor. He aquí un nuevo narrador. Un soldado que con su pluma forja su primera publicación literaria, denominada "INSPIRACIÓN"
"El amor sublime y el incondicional apoyo de los padres, siempre los hace merecedores al mejor de los reconocimientos, ya que por ellos, somos lo que somos… A mis padres Lidia y Juan con todo el amor de mi corazón
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RUFINO: EL NIÑO DE LAS ALTURAS
AUTOR : LIC. JUAN CHUNGA ESPINOZA
Su aspecto físico lo hacía sentir un niño poco afortunado, pues era feo; tenía el pelo lacio y muy rebelde, su madre lo peinaba con de limón; pero, era imposible asentar su pelo y mucho menos sacarle , sus orejas eran largas y puntiagudas, sus ojos grandes y saltones, su nariz un tanto encorvada y su grande flanqueada por sus carnosos labios resecos debido al inmenso frío de las alturas de donde provenía. Su nombre era Rufino, y vivía en las alturas de la andina ferreñafana, en un pueblito del distrito de Kañaris, llamado Chiñama. Además su espalda estaba encorvada como si hubiese sido fundida por las pendientes muy elevadas de más de un camino por donde él transitaba.
De vez en cuando bajaba a la Costa, a la ciudad de Ferreñafe; pero cada vez que lo hacía, una pena inmensa estremecía su ser, pues sentía que todos lo observaban y se reían burlonamente de él. Todo esto se hacía más fuerte, cuando llegaba a la donde le brindaban hospedaje a su padre y observaba jugar a los niños y cada vez que él intentaba acercarse lo empujaban como si fuera un bicho raro.
¡Fuera de aquí serrano!- le decían.
A todo esto se sumaba las burlas por la ropa que llevaba sobre su cuerpo, un poncho multicolor, un pantalón que era sostenido por una cuerda de nylon a manera de cinturón, cuyas mangas le daban hasta las pantorrillas y sus llanquecitos de jebe de llanta, a todo esto se agregaba la gorrita maltrecha sobre su cabeza.
Pobre la vida de Rufino.
Una mañana al despertar encontró un espejo al lado de su cama, lo cogió, lo puso frente a él un tanto sorprendido porque nunca había visto uno, fue acercándose y observó como se reproducía su rostro sobre la superficie del cristal. Era una figura igual a él, Esto lo asustó un poco, soltándolo sobre la cama. Luego de algunos segundos, reponiéndose del susto, volvió a cogerlo.
De pronto empezó a sonreír y a preguntarse – ¿En verdad soy tan feo cómo dicen?
Por unos minutos se miró fijamente y preguntó:
¿Tengo la nariz encorvada? Si – respondió-pero gracias a ella puedo alcanzar a oler lo exquisito de las comidas- añadió.
¿Tengo los ojos grandes? – Si, pero gracias a ellos puedo ver las estrellas, la luna y todo lo maravilloso de este mundo.
¿Qué hay de mis orejas?- caramba- dijo -si son largas, como dicen, pero que importa si con ellas puedo escuchar el canto de los pájaros, los gallos y a mis gallinas cuando son acechadas por los zorros
¡Caramba! En verdad soy muy feo - se volvió a decir.
Pero eso que importa si con todo mi cuerpo me permito hacer de todo.
De pronto dejó el espejo e inclinó su cabeza muy despacio y observó sus piernitas un tanto extraviadas hacia los extremos e inmediatamente recordó el apelativo que sus amigos le proliferaban "piernas de alicate", le decían. Enseguida, se bosquejó una sonrisa en su rostro y se dijo:
Que importa piernitas-Gracias a ustedes puedo subir de prisa a mi cerrito y llegar a mi wasi (casa), lo que tal vez no pueden hacer los niños que se burlan de mi.
Luego, se sentó sobre la cama quedándose un momento callado, reflexionando muy seriamente sobre su aspecto físico y llegó a la conclusión que a pesar de todo, amaba su cuerpo; muy por encima de las cosas burlonas que le decían, se sentía feliz ya que además, gracias a sus ojos saltones había aprendido a leer y lo hacía correctamente. Con la flauta era un experto y su boca se veía hermosa cuando interpretaba lindas melodías que más de uno hubiera querido escuchar.
Entonces se dijo:
Después de todo, estoy conforme conmigo mismo, me acepto como soy y me siento muy orgulloso de vivir donde vivo, de tener unos padres que me aman y me guían a diario por la vida. No importa lo que digan los demás, si me siento feliz conmigo mismo y con lo que tengo.
Desde entonces, se observa al pequeño Rufino ir a la escuela con la frente en alto, muy alegre siempre silbando y sonriente acudiendo a entrenar por las tardes al futbol lo que le ha permitido convertirse en el delantero titular de la selección de su colegio, además de ser bueno en aprovechamiento ganándose el aprecio y admiración de sus compañeros y maestros.
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DERECHOS RESERVADOS - EDITORIAL FILOSOPHON -FERREÑAFE PERÚ
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LA PESADILLA DE MARIO
AUTOR: LIC. JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA
En el pueblo de Ferreñafe vivía una mujer de aproximadamente sesenta años, la que vivía en compañía de sus menores hijos:Juan de 6, Carlos de 8 y Mario de 12 años de edad.
La pobre señora, demacrada por el tiempo, el trabajo y la soledad todavía no había alcanzado superar la pérdida de su esposo, quien había fallecido hace cinco años . A pesar de todo, había que seguir adelante; se decía, a si misma; debía cuidar a sus hijos, cuidarlos, darles alimentación, vestirlos, educarlos, etc.
Desde entonces, se dedicó a la venta de emoliente en el mercado de abastos de la ciudad. Salía todos los días a las cuatro de la mañana y a veces regresaba a las 11 de la noche. Trabajaba muy fuerte la pobre mujer. Pero siempre se daba tiempo incluso para ayudar en las tareas a sus hijos.
Todo marchaba bien, hasta cuando Mario ingresó a la secundaria. No había transcurrido el primer trimestre de estudio y de pronto recibió una citación para acudir al colegio, tenía que acercarse a la oficina de TOE (Tutoría y Orientación del Educando), asistió a la entrevista; pero amarga fue su sorpresa al enterarse que su hijo le había faltado el respetoal profesor. La vergüenza y la pena por lo sucedido la dejaron atónita.
No hubo pasado muchos días y nuevamente otra citación. Esta vez, Mario, había quebrado una carpeta. Luego, vinieron muchas más, que Mario se había peleado con el compañero, que ya le había cogido la calculadora a una alumna….Fueron muchas más quejas, incluso la última vez le comunicaron que Mario se había enrolado en una pandilla. La señora empezó a sufrir una verdadera pesadilla con el comportamiento de su hijo.
La triste mujer, cómplice con el silencio de la media noche se arrodillaba frente al retrato de su esposo y una estampa de la Virgen de Guadalupe que reposaban sobre una vieja repisa en una de las esquinas de su dormitorio, para rezar e implorarle a su esposo y a la virgen milagrosa que iluminen la mente del mayor de sus hijos y así se convierta en un buen ejemplo de sus hermanos. Rezaba hasta que el cansancio y el sueño la vencían. Sufría mucho la señora.
Un domingo, aproximadamente a las 7.30 de la noche se detuvo el carro policial frente a la puerta de su casa. Bajó un oficial y le informó que debía acompañarla a la delegación, pues el mayor de sus hijos había sido capturado en circunstancias que se disponía a robarle, junto a dos mozalbetes, el celular a un transeúnte. La pobre señora sintió un profundo golpe en el pecho que casi se desvanece. Parecía que la vida se le acababa.
La sufrida mujer, con los pocos ahorros que tenía, pudo contratar un abogado para su hijo, logrando que lo pongan en libertad bajo juramento, siendo conminado a no cometer otro acto similar de lo contrario sería internado en un centro de rehabilitación para menores.
Ya en casa la pobre señora le recriminó a su hijo por el mal momento que le había hecho pasar, pero el muchacho no sintió remordimiento alguno. Parecía ignorar lo sucedido.
Avanzada la noche, ya de madrugada, se escuchó de pronto un quejido muy fuerte que despertó a los niños.
El grito provenía del dormitorio de la madre, saltaron todos de la cama y corrieron muy de prisa verla.
Al ingresar al dormitorio, observaron a su madre que yacía sobre la cama retorciéndose de dolor, se cogía con sus manos el estómago, se notaba muy pálida y sus ojos, semi abiertos, permitían observar sus pupilas desorbitadas.
- ¿Mamá, qué te pasa?- le decían.
- ¿Mamita qué te duele? – preguntaban todos
La sufrida mujer ya ni podía hablar.
Los niños confundidos se preguntaban a quien podían pedirle ayuda, si en la ciudad sólo vivían ellos y su madre, no tenían más familia. No sabían qué hacer.
De pronto. Carlos corrió hasta donde la vecina, quien también escuchó los gritos. Ella les ayudó a puras penas, para trasladarla hasta el hospital más cercano.
Una vez que llegaron al hospital, ingresaron por emergencia, su madre fue ingresada a cuidados intensivos, donde fue evaluada por el médico de turno. A los pocos minutos el galeno salió a la sala de espera y solicito la presencia de algún familiar de la desafortunada mujer. Sólo los niños se hicieron presente.
- Nosotros, Doctor, somos sus hijos- expresaron al unísono los muchachos.
- Tranquilos muchachos, pero necesito hablar con su padre-replicó el médico.
- Mi pa..pa…dre…él murió hace muchos años, doctor. Vivimos sólo con nuestra mamá.-replicaron
- Pero, algún familiar, debo hablar con una persona adulta, muchachos- indicó el galeno.
- No, no, no señor no tenemos a nadie más-expresaron los párvulos.
- Bueno lo siento, pero tengo que informarles que su mamita está muy mal, ella tiene una enfermedad muy avanzada que ha afectado muy seriamente su páncreas. Ella tiene cáncer y deben traer está medicina-expresó el médico al tiempo que se retiraba.
Los niños se miraron. Entonces, decidieron volver a su casa, para buscar en la habitación de su madre algún dinero. Seguro ella tendría algunos ahorros pensaron. Fueron corriendo.Ya en el dormitorio, buscaron y encontraron en un cofrecito algo de dinero. Salieron corriendo rumbo a la farmacia, y entregaron a la farmacéutica la receta, quien les hizo saber su valor. Con el poco dinero que encontraron, si apenas les alcanzaba para comprar la tercera parte de la medicina. Regresaron corriendo al hospital, para solicitarle al médico que recete a su madre medicamentos más baratos.
Ya en el hospital, cuando se encontraban en el pasillo que conducía hasta la habitación donde descansaba su madre, observaron a la enfermera salir corriendo.
- ¡Doctor, doctor…doctor!-se le escuchaba gritar-
Enseguida regresó acompañada por el médico.
Los niños, interceptaron a la enfermera y preguntaron por lo sucedido. Ella solo atinó a decirles que esperaran y cerró la puerta de la habitación.
Los muchachos, se notaban nerviosos y preocupados.
- Los siento muchachos, pero tengo que comunicarles…Se detuvo un momento y prosiguió-tienen que ser fuertes.
-¿Qué pasa doctor? preguntaron.
- Lo siento, pero su mamá acaba de morir- dijo el doctor con voz entrecortada y se retiró.
- No,nooooooooooooo-se escuchó el grito de los niños
De pronto, Mario, raudamente apartó a la enfermera del caminó e ingresó corriendo, seguido por sus hermanos a la habitación, observando a su madre que yacía muerta sobre la cama.
Mario se aproximó a ella y la cogió de los hombros y retuvo entre sus brazos, al tiempo que se le escuchaba decir:
-Mamita no te mueras, no nos dejes solo, por favor. Mamita prometo portarme bien, pero no nos dejes, Te prometo que dejo la pandilla, que me sacaré buenas notas, pero por favor despierta.- su actitud era de sufrimiento frente a tan grande tragedia. Sus lágrimas corrían por su rostro empampándolo por completo. Protagonizaron tan dura escena que las enfermeras que los observaban, también lloraban tratando a la vez de calmar a los niños. Era un momento desgarrador.
De pronto se escuchó el repique de las campanas, cantó el gallo. Mario abrió los ojos miró a su alrededor y no estaba muy seguro en el lugar que se encontraba. Su corazón latía muy rápido. De pronto, de un salto se paró de la cama corriendo hasta la habitación de su mamá. Abrió la puerta y su madre estaba recostada sobre su cama, se acercó y la toco por el hombro.
-Mamita, mamita- dijo
La madre abrió los ojos. ¿Qué pasa, qué pasa?- expresó.
- ¡Mamita Estás viva, estás viva!. La madre que no se explicaba lo que ocurría y viéndolo que sudaba frío lo trato de calmar. Ya más tranquilo, Mario le contó que había tenido una pesadilla. El muchacho la abrazaba, la besaba en la frente, en las mejillas, no sabía cómo expresar su alegría de volver a la realidad y ver a su madre viva.
- Mamita, déjame dormir el resto de la noche contigo- le dijo
La madre comprendiendo el susto del muchacho, aceptó. Durmiéndose ambos muy abrazados.
Al amanecer, se observó a Mario ayudando a su madre. Desde entonces se porta muy bien, ya no se une con los pandilleros, obtiene buenas notas. Incluso aprendió a cocinar para sus hermanos y se da tiempo para ayudarlos en sus tareas. Ya cursa el quinto de secundaria y desea ir a la universidad para estudiar medicina. Se ha convertido en el orgullo de su mamá y ejemplo de sus hermanos menores.
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Había que cruzar el patio para llegar hasta la puerta de salida del colegio, Diego se detuvo al observar al barredor de la escuela; entonces lo llamó, pero parecía que este no lo escuchaba.
EMPERADOR, AMIGO LEAL
AUTOR: LIC. JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA
Papito, papito. ¿Cuándo nos compras una mascota? –expresaban las niñas Margareth y Yerci.
Pronto mis hijas lindas, pronto. Todo a su momento-Respondía siempre José, su padre.
José, era un padre muy amoroso con sus hijas, que en todo las complacía, pero pensaba que todavía era muy prematuro comprarles una mascota, pues sus niñas estaban aún muy pequeñas.
Cierto día fueron José y Ana al mercado de abastos de la ciudad, para realizar unas compras y ocasionalmente pasó un vendedor ambulante que llevaba entre sus manos un lindo cachorro. Era un hermoso perrito de apenas 15 días de nacido.
- ¡Qué lindo perrito!- expresó Ana, observando al animal.
- Si está muy lindo, mi amor- expresó José.
- ¿Qué te parece si lo llevamos para las niñas?-agregó José
- Es un buen animal, Señor, seguro les gustará a sus hijas- añadió el vendedor.
- Si, si mi amor, cómpralo. Las niñas se alegraran mucho. Agregó la mujer.
Así, José compró el hermoso cachorro.
Ya en casa, las niñas se llevaron tremenda sorpresa, al observar el lindo perrito. Le agradecieron mucho a su papá.
-¡Gracias papito!, te queremos mucho- expresaron las párvulas.
- Pero ahora que nombre le ponemos- dijo Margareth
- Hummmm, qué te parece si le ponemos Emperador- señaló el padre.
- Siiiiii, siiiiiii – gritaron al unísono las hijas.
El padre les pidió que lo cuidaran mucho y que sobre todo tuvieran mucho cuidado para que no vayan a sufrir daño alguno.
Así las niñas, brindaron mucha atención a su nueva mascota, le arreglaron una cajita, la misma que acondicionaron como su camita. En ella pusieron un retazo de tela que hacía de colchón incluso un pedazo de tocuyo le dispusieron como cubrecama. Las atenciones para el perrito eran extremas. Al día siguiente, le compraron un biberón para darle su leche, le daban pan remojado en el lácteo… entre otras atenciones para su querida mascota.
Trascurrieron tres meses y el padre veía que así como crecía muy de prisa el perro, también comía más. Se gastaba tres nuevos soles diarios en comida del cachorro. Además, se preguntaba ¿Qué raza será? ¿No se enfermará?... en fin muchas dudas pasaron por su mente. Por lo que decidió llevarlo al veterinario.
Al día siguiente, junto con sus niñas lo llevaron a Emperador al veterinario. El especialista les manifestó que la raza del perro era Pastor Alemán y que debía inyectarle una ampolla contra la destemper, otra contra los parásitos y así otros medicamentos.
Cada día se notaba que los gastos para atender a Emperador, eran más y más. Ya habían transcurrido dos años y a la fecha ya se gastaban 15 nuevos soles diarios. A esto se agregaba las medicinas. Era un lindo perro pero muy cara su estadía en la casa. Señalaba el padre.
A esto se agregaba la molestia que tenía de saber que había adquirido malos hábitos, pues su esposa le manifestó más de una vez que el crecido canino, se orinaba en la sala, a veces hacía sus deposiciones en el comedor y en algunas oportunidades lo había encontrado en la cama de las niñas. Acaso José estaba arrepentido de tal complacencia hecha a sus hijas.
Un domingo, la familia había ido de paseo al Teatro "Imaginación", ya de regreso, como era de costumbre siempre Emperador salía corriendo a recibir a sus dueños, sobre todo a sus pequeñas amas, las niñas. Se notaba como el cachorro movía la cola, alzaba las orejas y lamía por todas partes de su cuerpo, cuando de pronto se escucho un ruido estruendoso. Todos instantáneamente miraron hacía el pasillo y vieron que emperador había tumbado el cántaro preciado de José. Era un cántaro de arcilla y que perteneció al Señor de Sicán; era un objeto de mucho valor, él lo había adquirido en una subasta. Ahora veía que su más preciada joya se había destruido. Esto lo encolerizó mucho al punto que llevó a Emperador hasta el patio, se sacó el cinto y desfogó su ira sobre el animal. Las niñas llorando observaban sin poder hacer nada.
Pasaron unos minutos y se oía al padre decir:
-¡Fuera de aquí! ¡Fuera de aquí!, ¡Ábranle la puerta y boten a esa bestia!
Y Emperador sí apenas podía renguear por la fuerte golpiza que había recibido, a duras penas caminaba, al parecer una pata tenía fracturada pues se notaba que cojeaba, pero así salió hasta la calle. Las niñas seguían observando tremenda afrenta.
Ya eran las dos de la madrugada, Margareth y Yerci no podían dormir, entonces salieron de su dormitorio y fueron a la del padre para pedirle dejar pasar a su pobre cachorro. El padre conmovido por el amor de sus hijas hacia el animal, accedió y las acompañó hasta la puerta. Buscaron a las afueras, dieron vuelta a la manzana, llamaron al animal castigado, pero no daba ninguna señal.
-Tal vez se refugió en alguna parte. Expresó el padre.
-Pobrecito tal vez está mal herido y murió y ya lo llevaron a botar- expresó Yerci
-Esperemos hasta el amanecer y seguiremos buscando- replicó José.
Así cuando ya había amanecido, siguieron buscando, preguntaron a los vecinos, pero nada; Emperador no aparecía.
Pasaron tres días y no habían recibido ninguna noticia del pobre animal. De pronto sonó el teléfono, era para papá. Las niñas sintieron una alegría tal vez lo llamaban para que fuera a recoger a su perro, alguien tal vez lo encontró. Pero, no fue así.
Era Don Fernando, el Jefe de papá. Quien le pedía que llevara el dinero, que había sacado del banco por la tarde, a la empresa pues habían llegado losproveedores y necesitaban cerrar el trato de la compra de mercadería.
-Pero Don Fernando, son las Diez de la noche- se escuchó decir a José, luego colgó.
Al parecer José tenía que ir si o si. Efectivamente así fue, tomó el maletín con el dinero, subió a su auto y marchó rumbo a la empresa.
Por el camino, había un hombre tirado en la pista, detuvo su auto y de pronto por atrás otro le apuntó con una pistola. Era un asalto. El delincuente le apuntaba a la altura de la sien.
Dame el dinero o te mueres- lo conminó el delincuente a José.
José cogió el maletín y cuando se disponía a entregárselo, de pronto se escuchó un fuerte grito:
- ¡ Ayyyyyyyyyyyyy!…- Era el delincuente, quien gritaba.
Un fuerte mordisco recibió en el brazo, que lo hizo soltar el arma, cayendo sobre las piernas de José, quien la cogió e hizo un disparo al aire. Los delincuentes corrieron despavoridos.
José un tanto recuperado del susto, abrió la cajuela del auto y extrajo una linterna, pues necesitaba saber quien había agredido al delincuente y que logró salvarlo del asalto.
Alumbró y a una distancia de seis metros aproximadamente, observó un animal tendido en el suelo, se acercó lentamente y poco a poco fue distinguiéndolo, no podía creerlo; pero si era Emperador.
- Emperador, emperador; eres tú- expreso.
- Me has salvado amigo, a pesar del daño que te hice- agregó.
Se acercó y le palmeó la cabeza. Y le ordenó que suba al carro, pues había que recompensarlo por su valiente intervención al salvarlo de los delincuentes.
-Sube al auto, vamos sube Emperador; te mereces una gran recompensa amigo. Perdóname, pero por favor vamos sube; además las niñas se alegraran muchísimo – Remarcó.
José caminó cinco metros y observó que Emperador seguía en su lugar. Entonces, le volvió a ordenar subir al auto.
-Vamos amigo, ya olvida los resentimientos, estoy avergonzado por lo que te hice, vamos sube- le dijo José.
Mas Emperador no hacía caso. Entonces José lo cogió del lomo y la parte del estómago para obligarlo a subir, cuando de pronto sintió algo húmedo en la mano derecha. ¿Qué era?. Alumbró con la linterna y observó que era sangre, al tiempo que escuchaba que Emperador se quejaba.
-¡Es sangre, amigo, te hirieron!- le dijo
El pobre perro lo miró muy tiernamente y enseguida posó su cabeza sobre el pecho de José, quien se encontraba arrodillado. Enseguida escuchó un fuerte suspiro por parte del buen perro y en pocos segundos dejó de existir. Muriendo de esta manera, Emperador, el leal amigo de José.
-No,no,no … Emperador. Amigo, no, no te mueras por favor. Perdóname por lo que te hice.
En seguida lo cargó y subió al auto. Llorando desconsoladamente. Mucho más desgarradora fue la escena que protagonizaron sus hijas al ver a su mascota muerta.
El padre les contó lo sucedido y les dijo que su leal perro siempre estaría en casa, por lo que lo enterrarían en el jardín. Así lo hicieron. Sobre su tumba sembraron un lindo roble y colocaron una placa que contenía una inscripción que se podía leer "Emperador, mi gran amigo leal".
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DERECHOS RESERVADOS - EDITORIAL FILOSOPHON - FERREÑAFE PERÚ
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EL HADA ORDENADA
AUTOR: LIC. JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA
-Así es niños y niñas, ustedes tienen que preservar el ambiente; no tirando basura ya que esto lo contamina y es perjudicial para la vida de todos los eres vivos- se escuchaba decir a la maestra del aula de sexto grado de una escuelita de la Victoria de la región Lambayeque.
Ni bien había terminado de hablar se escuchó el timbre de la escuela, que anunciaba la culminación de la jornada académica.
-¡Saliiiiiiidaaaaa!....¡saliiiiiiiidaaaaaaaa!- se escuchaba gritar a los estudiantes, quienes hacían de la salida una barahúnda que parecía incontenible.
- jajaja...te gané...vez que te gané, esta vez salí primero - era Diego quien salía de prisa de la escuela.
-Si, pero yo te he ganado más veces- respondió Fabricio.
Estos mozuelos, siempre se quedaban casi hasta el último para luego, salir corriendo y en competencia poder demostrarse quien era más rápido al llegar hasta la puerta principal. Después de todo era un juego de niños.
- Uyyy... Fabricio se me quedó mi lonchera- expresó entre susto Diego.
- jajajaja...jajaja..., así dices que me ganaste...jajaja- se observaba reír a Fabricio.
Ya todos los estudinates habían salido y la soledad y el silencio gobernaban todo el ambiente de la escuela.
- Vamos acompáñame a buscarla- replicó Diego.
- Anda tú, porque ya se me hace tarde y mi papá no le gusta que me demore- respondió Fabricio.
Así Diego regresó hasta el su aula donde recibía sus clases en busca de su lonchera.
- Acá está- expresó entre sí- se observó que abrió la lonchera y en ella había un plátano, el cual extrajo y procedió a retirarle la cáscara y cuando se disponía a tirarla al suelo, se escuchó:
-Diego, Diego, no la tires- era una voz fuerte pero dulce.
Al escuchar la voz Diego volteó en dirección donde se encontraba la pizarra, pues de ese lado provenía aquella voz, su sorpresa fue grande al ver una mujer muy hermosa vestida con un traje muy blanco como la nieve.
-¿Quién es usted?-pregunto el niño.
- Diego te pedí que no botarás la cáscara de plátano- respondió la mujer.
- Si, pero eso que importa igual la van a barrer- respondió casi de inmediato- Dígame quien es usted- añadió.
- Bueno niño, te voy a decir quien soy; yo soy el hada ordenada y soy quien se encarga de que todas las cosas acá en la tierra se mantengan en orden a fin de conservar la vida de todos los seres vivos, como tú. Y una de mis tareas en estar pendiente de que no se contamine el ambiente y en este caso he venido observando el esfuerzo que vienen haciendo acá en tu escuela por no contaminar el ambiente; sin embargo, también he observado que, tú haces caso omiso a la reglas que te imparten tus profesores y ya vez que en este mismo momento te acabo de observar botar la cáscara de plátano al piso-expreso muy firmemente la bella mujer.
- Si pero eso son puras pamplinas señora- expresó Diego - y además siempre he hecho lo mismo y las cosas siguen igual-añadió
- No niño, pero esta vez haré la excepción- respondió el hada ordenada
De pronto extrajo entre su lindo vestido una varita dorada, la cual dirigió hacia Diego. Una luz muy fina y muy blanca cubrió de pronto su cuerpo del párvulo.
-¿ Por qué me alumbra? apague esa luz que me enceguece- expresó el intrépido estudiante.
Transcurrieron cinco segundo y luego se observó a Diego abrir a duras penas sus ojos. Se tocaba el cuerpo y lo notaba muy raro. Entonces, se aproximó hasta el espejo que estaba colgado en un rincón de salón de clases y así fue observó que su cuerpo se había transformado en basura; sus manos estaban hechas de cáscara de plátano, sus pies eran dos botellas vacías de gaseosas y dentro de ellas habían muchas cucarachas muertas, sus cabeza era de muchas pepas de mangos ciruelos, su cara estaba cubierta con papel usados en los servicios higiénicos; era todo un asco su cuerpo; se había convertido en un niño con cuerpo de basura.
- ¿Qué le hizo a mi cuerpo?- se preguntaba asustado el niño-
- Señora, donde está, regrese por favor- agregaba con voz entrecortada. Se le notaba muy asustado. Entonces decidió salir corriendo para pedir ayuda. Pero la soledad del colegio le hacía más dura su tragedia.
Había que cruzar el patio para llegar hasta la puerta de salida del colegio, Diego se detuvo al observar al barredor de la escuela; entonces lo llamó, pero parecía que este no lo escuchaba.
- No puede ser no me escucha- era una cosa increíble el escuchaba su voz, pero los demás; no podían oirlo.
- Marcelo mira allá al lado de las aulas han dejado un montículo de basura trae el tanque para recogerla.- grito uno de los empleados de servicio de la escuela.
- Ve tú, porque yo estoy bajando agua- contesto uno de sus colegas de limpieza.
- No puede ser me han confundido con basura- pensaba Diego- Debo salir de aquí antes de que me boten a los tanques. Pues en verdad, todo su cuerpo era de basura.
Así el niño, salió corriendo, aprovechando que el barredor de la escuela había ido en busca de los tanques.
Por fin Diego salió de la escuela,pero no había corrido ni dos metros hacia afuera y observó que tenía delante de sí al volquete municipal recolector de la basura. Por lo que se detuvo abruptamente, cayendo al suelo.
- En esta escuela siempre sacan bastante basura y mira coma la dejan en la puerta- se escuchó decir a uno de los señores recogedores de basura.
- Así veo- recalcó otro trabajador municipal.
Entonces se observó que uno de los trabajadores cogió el montículo de basura que en realidad era Diego pero al cual no podían reconocer y menos escuchar y lo arrojaron a la tolva del volquete.
- Nooo señor, soy yo un alumno,soy persona, no soy basura- gritaba inútilmente el niño ya que no era oído por los trabajadores de limpieza de la ciudad. Por el contrario salió despedido por el aire cayendo inconsciente sobre toda la basura que llevaba el volquete. En los próximos quince minutos despertó y se observó que el volquete ya estaba en el relleno sanitario arrojando toda la basura recolectada por la ciudad, entre ella estaba Diego quien el hada había convertido en un niño cuerpo de basura. Así, el niño, cayó sobre toda la inmundicia, su rostro se reposó sobre papel con excremento, sus manos se mancharon con vísceras de animales, al lado de él había un perro muerto, el olor era insoportable, su cuerpo estaba metido entre toda la basura y en su desesperación por no perecer, daba manotazos tratando de salir y no asfixiarse; pues aunque era un niño basura podía respirar . Cuando iba saliendo sufrió un susto mayor, ya que unos gallinazos estaban tratando de picotear su cabeza, por lo que tuvo que introducirse, nuevamente entre toda la basura.
- No puede ser, no puede ser, esto puede estarme ocurriendo, ahora resulta que los gallinazos quieren comerme- gritaba desesperadamente el niño, observándosele llorar muy desconsoladamente.
Así se veía a Diego sufrir mucho por todo lo ocurrido. De pronto ya habían transcurrido aproximadamente dos horas y el niño no paraba de llorar.
- ¡Quiero ver a mi mamá!- ¡Por favor! que alguien me ayude, que alguien me escuche- gritaba sin ser escuchado.
De pronto cuando sus fuerzas ya lo abandonaban y sentía desmayarse, escuchó una voz, la cual reconoció era de aquella mujer que se le había presentado en el aula.
- ¿Diego, porque lloras?- preguntó la bella dama.
- Señora usted me castiga, me envía a este lugar horrible y todavía me pregunta que hago aquí.- replicó el niño
- Respóndeme que se siente estar entre toda la basura, entre los olores pestilentes, no pudiendo respirar el aire puro de la naturaleza sana y saludable.
- Es muy horrible, pero por favor ayúdeme ya no soporto más todo esto- le suplicó el mozuelo.
- Si, pero con una condición, niño-agregó el hada ordenada
- ¿Cuál?, dígame Cualquier cosa yo haré pero por favor ayúdeme- le dijo Diego.
- Bien, niño la condición es de que jamás vuelvas a botar la basura sobre el piso, que ayudes mantener limpio el ambiente y que sirvas de ejemplo a tus compañeros, sino caso contrario yo regresaré y tu castigo será mucho peor que lo ocurrido el día de hoy.- expresó la bella mujer.
De pronto, Diego; sintió que tocaban su hombro lo que lo hizo reaccionar y abrió sus ojos, era el portero de la escuela quien siempre revisaba todos los ambientes antes de cerrar por completo el recinto educativo
- Ey niño, ya todos salieron y tú que haces acá.- le preguntó el señor.
- Si, si señor, ya estoy saliendo, sólo que olvide mi mochila-al tiempo que se observaba a su alrededor y se dio cuenta que estaba en su aula y miró todo su cuerpo que había vuelto a la normalidad, era un ser humano como todos los demás;luego se le observó salir corriendo muy de prisa con el corazón que le latía muy fuerte por el susto que padeció. Lo que le había ocurrido parecía muy real. Muy asustado llegó hasta su casa, si apenas saludo a sus padre quienes lo notaron muy agitado.
- ¿Qué pasó mi niño?,¿ por qué llegas tan de prisa?- preguntó su madre
- Nada, nada mamá, sólo vine corriendo y me agité.
Ya nuevamente en sí, Diego se dio cuenta que era un niño normal, pero lo que le ocurrió fue tan real que le hizo reflexionar al respecto y entonces, entendió la importancia de vivir en un ambiente sano, limpio y ordenado. Desde entonces, se le observa contribuir en todas las jornadas de preservación del medio ambiente, incluso forma parte de la brigada ecológica de su escuela y de su comunidad, convirtiéndose en el niño activista de preservación del medio ambiente más ejemplar de toda la región, siendo imitado por los demás niños.
- ¿Qué pasó mi niño?,¿ por qué llegas tan de prisa?- preguntó su madre
- Nada, nada mamá, sólo vine corriendo y me agité.
Ya nuevamente en sí, Diego se dio cuenta que era un niño normal, pero lo que le ocurrió fue tan real que le hizo reflexionar al respecto y entonces, entendió la importancia de vivir en un ambiente sano, limpio y ordenado. Desde entonces, se le observa contribuir en todas las jornadas de preservación del medio ambiente, incluso forma parte de la brigada ecológica de su escuela y de su comunidad, convirtiéndose en el niño activista de preservación del medio ambiente más ejemplar de toda la región, siendo imitado por los demás niños.
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CHIZITO
AUTOR: LIC. JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA
ACUARELAS
AUTOR: LIC. JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA
LA CARIDAD DE DIOS
AUTOR: LIC. JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA
EL RELATO DEL MAESTRO
AUTOR: LIC. JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA